“Una columna en defensa de la familia, la fe y la responsabilidad social; porque la pregunta sigue en pie..“¿Y los padres, dónde están?”
En días recientes ha surgido la campaña “¿Y los padres, dónde están?”, un esfuerzo multisectorial para enfrentar la ola de violencia que azota a Puerto Rico. El mensaje ha despertado críticas, sobre todo desde sectores académicos y políticos de corte progresista, que acusan la campaña de simplificar un problema complejo y de “culpabilizar” a los padres. Sin embargo, reducir este debate a un choque de percepciones sería un error: el rol de la familia, particularmente de los padres, está sólidamente respaldado por la evidencia científica, psicológica, sociológica y bíblica. Ignorar esta realidad es perpetuar el problema.
La evidencia social y psicológica es clara
Diversos estudios coinciden en que la ausencia de los padres (padre o madre) está estrechamente vinculada a problemas de conducta, fracaso escolar, abuso de sustancias y violencia. Según el National Center for Fathering (2020), los niños que crecen sin padre tienen:
- 4 veces más probabilidad de vivir en pobreza.
- 7 veces más probabilidad de quedar embarazadas en la adolescencia.
- 2 veces más probabilidad de abandonar la escuela secundaria.
- Y son significativamente más propensos a tener problemas de conducta y a caer en la delincuencia.
La American Psychological Association (APA), en múltiples publicaciones, ha subrayado que la presencia activa de los padres genera en los hijos mayor autoestima, mayor regulación emocional y mejor desempeño académico. Cabrera et al. (2018), en Child Development Perspectives, documentan que la participación paterna es un factor decisivo en el desarrollo cognitivo y social de los niños.
Factores estructurales sí influyen, pero no sustituyen la responsabilidad
Algunos críticos señalan que la pobreza, la migración o la falta de políticas públicas son las verdaderas causas de la violencia. Es cierto que los factores estructurales influyen, pero la evidencia demuestra que ni el dinero, ni la educación estatal, ni los programas sociales sustituyen la presencia de padres responsables.
Bianchi & Milkie (2010), en el Journal of Marriage and Family, señalan que los factores económicos son determinantes, pero advierten que la calidad de la crianza sigue siendo la variable más influyente en la formación del carácter. En otras palabras: se puede vivir en la pobreza y aún así criar hijos con disciplina, fe y valores sólidos; pero se puede vivir en riqueza y, sin padres presentes, cosechar fracaso moral.
La Biblia lo dijo antes que la sociología
La Palabra de Dios ha afirmado, desde tiempos antiguos, lo que hoy confirman los estudios modernos: la familia es el núcleo de toda sociedad sana.
- Deuteronomio 6:6–7 ordena a los padres enseñar la Palabra “cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”.
- Proverbios 22:6 instruye: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
- Efesios 6:4 exhorta a los padres: “No provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”
- La ausencia de padres no es un fenómeno meramente estadístico, es una crisis espiritual y moral.
El tema prohibido: Dios fuera de la escuela y de la sociedad
Uno de los ángulos más silenciados en este debate es el impacto de haber expulsado a Dios de la esfera pública. Durante décadas, la oración y la instrucción bíblica estuvieron presentes en las escuelas públicas de Puerto Rico y Estados Unidos. Hoy, bajo el pretexto de la neutralidad, se ha desterrado toda referencia a lo divino, mientras se abre espacio a una peligrosa sincretización: religiones mezcladas, filosofías ideológicas y hasta agendas políticas que buscan ocupar el lugar que le corresponde a la fe cristiana.
El resultado es evidente: jóvenes sin norte moral, confundidos en su identidad y carentes de esperanza trascendental. Estudios como el de Smith & Denton (2005), Soul Searching: The Religious and Spiritual Lives of American Teenagers, muestran que la fe activa y la participación religiosa reducen significativamente la probabilidad de conductas de riesgo en adolescentes.
La pregunta sigue en pie
La campaña “¿Y los padres, dónde están?” (Gracias a Fernidand Pérez de Jugando Pelota Dura) no es un ataque, es un espejo. Un llamado necesario a rescatar lo obvio: sin padres presentes, sin fe en Dios y sin valores claros, ninguna política pública ni programa social podrá sostener a Puerto Rico.
Los críticos pueden proponer cambios semánticos o eslóganes más suaves, pero la verdad es ineludible: el destino de una sociedad se juega en la mesa del comedor de su casa, no en los salones del Capitolio. Y por eso, la pregunta sigue retumbando con fuerza profética:
“¿Y los padres, dónde están?”
Referencias
American Psychological Association (APA). (2020). Parenting and child outcomes.
Bianchi, S. M., & Milkie, M. A. (2010). Work and family research in the first decade of the 21st century. Journal of Marriage and Family, 72(3), 705–725.
Cabrera, N. J., Volling, B. L., & Barr, R. (2018). Fathers are parents, too! Widening the lens on parenting for children’s development. Child Development Perspectives, 12(3), 152–157.
National Center for Fathering. (2020). The father factor: Data on father absence.
Smith, C., & Denton, M. L. (2005). Soul Searching: The Religious and Spiritual Lives of American Teenagers. Oxford University Press.
Biblia (RVR1960): Deuteronomio 6:6–7; Proverbios 22:6; Efesios 6:4; Jueces 2:10–12.